El Bosque de Karadima, despierta una sensación completamente distinta a todo lo provocado en este cine chileno, quizás el ingrediente principal es tan polémico, como la cinta en su total. Un tabú que al fin a sido tratado de la forma que corresponde, los abusos de manos santas.
La cinta es cruda y directa, no se limita al dialogo, si no a la sugerencia visual inmediata, necesaria para hacer ver lo increíble que puede ser la dominación humana, ya sea por caminos de fe o creencias aun mas fanáticas. La horrible historia de Thomas Leyton, interpretada por Pedro Campos y Benjamin Vicuña, es de tal manera tratada, que sientes a tu lado el respirar profundo de algo mucho mas grande que el "Santito", el padre Karadima es un gatillante despertar hacia el centro mismo de la devoción católica, ensuciada no por los corderos, si no por los pastores.
El mundo del catolicismo es golpeado desde adentro, viendo como sus muros son derribados, pero la cinta te pone en el otro lado, donde una familia completa ha sido formada, manipulada y violada.
Karadima no solo insulta su calidad de hombre católico, insulta el ser humano, aprovechando la pasividad con que un hombre debe manejar la fe, esa pasividad necesaria con la que un joven debe abrirse a un mentor.
Interpretado por Luis Gnecco, Karadima, difícil papel para el cine, es llevado de una forma bastante sutil, el relato muestra esa delicadeza ambigua con la que los hombres santos se mueven entre sus casas eclesiásticas, y que si ya es incomoda para el espectador, imagina al seguidor, quienes no dudo se hayan retractado de revisar este film.
Sin duda una película necesaria de ver, y lapidaria frente al tema sobre los abusos cometidos por "santitos". Leyton no es héroe, pero ayudo quizás a que otros abrieran los ojos y sus mentes. La santidad no es signo de verdad, la mentira también es santa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario